“Nuevas evidencias sobre el impacto del microbioma intestinal en el neurodesarrollo en autismo infantil”👨🏻⚕️
Durante años se ha hablado del vínculo entre el intestino y el cerebro, pero un estudio reciente publicado en Nature Communications (abril de 2025) logró establecer una conexión directa entre lo que sucede en el intestino de los niños con autismo y la forma en que su cerebro procesa las emociones y los estímulos sensoriales.
El estudio fue realizado por investigadores de la Universidad del Sur de California, quienes trabajaron con un grupo de 84 niños: 43 con diagnóstico de Trastorno del Espectro Autista (TEA) y 41 neurotípicos, todos entre 8 y 17 años. A través de un enfoque innovador, combinaron el análisis de microbiota intestinal, neuroimagen funcional y evaluación conductual.
Uno de los hallazgos más importantes fue que los niños con TEA presentaban niveles significativamente más bajos de kynurenato, un compuesto producido por bacterias intestinales a partir del triptófano (un aminoácido presente en alimentos como pollo, huevo, pescado, plátano y semillas). Este metabolito tiene un efecto neuroprotector: actúa como un “calmante natural” para el cerebro, ayudando a regular la sobreexcitación neuronal.
¿Por qué es importante esto?🧠
Porque los bajos niveles de kynurenato se asociaron con una mayor activación en áreas cerebrales que procesan emociones y estímulos sensoriales, como el tacto y el sonido. Es decir, este desequilibrio intestinal podría contribuir a la sensibilidad sensorial y emocional que caracteriza a muchos niños con autismo.
Este estudio es el primero en demostrar, con evidencia concreta, que un metabolito intestinal está relacionado con patrones específicos de actividad cerebral en el autismo. Aunque aún no se traduce directamente en un tratamiento, abre la puerta a nuevas estrategias nutricionales, como el uso de probióticos, prebióticos o dietas personalizadas para apoyar la producción de kynurenato desde el intestino.
En palabras simples: lo que sucede en el intestino podría estar influyendo directamente en cómo el cerebro de un niño con autismo percibe y responde al mundo.
Este hallazgo nos recuerda el enorme potencial de la nutrición y la salud intestinal en el abordaje integral del TEA. Como nutriólogos, padres o cuidadores, considerar la alimentación como una herramienta de apoyo ya no es una idea lejana, sino una estrategia respaldada por ciencia actual.
Fuente del estudio:
Aziz-Zadeh et al. (2025). Microbiome-derived kynurenate modulates affective and sensory brain circuits in children with autism. Nature Communications.
Comentarios
Publicar un comentario